26 de noviembre de 2012

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John Victor Murra y la ciencia antropologica

Articulo original de Bernardo Corro Barrientos, publicado en Pukara #75

foto Murra ¿El idealismo murriano fue positivo para las comunidades campesinas e indígenas actuales?

Desde los años setenta del siglo pasado John V. Murra es reconocido como el paradigma de la ciencia antropológica en cuanto al imperio inca y a las sociedades andinas pre colo­niales. Sus obras son conocidas en los círculos académicos de América Latina, particularmente en Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Ecuador, pero también en Norte América y Europa. El autor de este artículo reconoce los importantes aportes de Murra a los estudios sobre el Tahuantin-suyu, pero en este artículo reali­za un cuestionamiento al consi­derado carácter científico de su obra (ver mi libro "Antropología económica del Imperio Inca", de próxima publicación).

La obra "murriana" no se cir­cunscribió a los círculos acadé­micos, sino que trascendió a otros ámbitos. Los conceptos con los que Murra interpretó los mecani sm os económ i cos y sociales del imperio Inca tales como los de "reciprocidad" y "redistribución", fueron proyec­tados por i ntelectual es de diversa doctrina a las ideologías de muchas organizaciones, partidos políticos, movimientos indígenas, campesinos e incluso a gobiernos de la región andina. Los conceptos mencionados fueron adoptados como "obje­tivos ancestrales" de lucha. Estudios que se realizan actual­mente sobre temas de historia, antropología, economía y socia­les respecto a los grupos cam­pesinos e indígenas tratan de identificar en ellos la presencia de esos mecanismos. En algunos países el pensamiento "murria-no" llegó a constituir una especie de "pensamiento único" domi­nante en las esferas académicas, institucionales y políticas.

Interpretación

¿Cuál es la interpretación de Murra sobre el imperio Inca? En su obra más importante "La organización económica del Estado Inca" (1975) afirmó que su trabajo "se refiere esencial­mente a la organización econó­mica; no hago el esfuerzo aquí de describir la cultura material y la tecnología andina durante el siglo XV y comienzos del XVI". Añadió que "me di cuenta de que no podía incluir toda la organi­zación social y económica. Decidí entonces limitarme a lo econó­mico (p.20). Concluyó que "En las primeras décadas posterio­res a la invasión, los europeos esclavizaron a mucha gente a quienes denominaron yana, pero que nunca habían sido de condición servil antes de 1532. Los emplearon en la minería, el comercio y la arriería, todas ellas actividades no andinas." (p.240)

Los supuestos objetivos "eco­nómicos" de su trabajo causan perplejidad ya que no es correc­to metodológicamente hacer un estudio "económico" de socie­dades similares solo consideran­do a la agricultura campesina y excluyendo a otras actividades económicas y productivas como la minería, las manufacturas, la tecnología y otras. Estas eran justamente las más significativas del imperio en cuanto a su dina­mismo e influencia sobre el con­junto de las actividades econó­micas. Si, por ejemplo, un inves­tigador analizara una sociedad actual estudiando solo a la agri­cultura campesina, sus conclu­siones resultarían obviamente parciales. Este es uno de los grandes errores de Murra. Si bien este investigador no analizó las actividades económi­cas más importantes, se exten­dió sin embargo ampliamente sobre algunos aspectos sociales e institucionales que cubrieron finalmente la totalidad de su obra. Interpretó, en este senti­do, a la sociedad Inca como es­tando constituida por el meca­nismo de la "reciprocidad" a nivel de las "comunidades campesinas autosuficientes" o ayllus, y por la "redistribución de bienes" entre el Estado y estas comuni­dades. Mientras la reciprocidad caracterizaría las "relaciones ancestrales de parentesco" entre los campesinos, la "redistribu­ción de bienes" definiría las relaciones entre el Estado y los ayllus. En este caso los bienes producidos por los campesinos durante sus "prestaciones rota­tivas obligatorias" serían apro­piados por el Estado, para ser luego consumida en parte por la burocracia estatal, y la otra parte "redistribuida" a los mis­mos campesinos durante sus prestaciones obligatorias sobre todo en la agricultura. La buro­cracia estatal estaría constituida por familiares de los linajes reales.

Insuficiencias

A Murra no le interesó conocer las características internas, el dinamismo económico y las ten­dencias esenciales de las "comunidades" y del Estado. Su interés prioritario era interpretar a la sociedad Inca con los conceptos mencionados arriba. En cuanto a las "comunidades autosufi-cientes", éstas estarían consti­tuidas si mpl emente, según Murra, por "campesinos con propiedad comunal ancestral", sujetos sin embargo a las pres­taciones rotativas impuestas por el Estado. En cuanto a éste, tampoco trató de analizar sus características, su dependencia originaria respecto a las "comu­nidades" y sus tendencias eco­nómicas. El Estado era visto por Murra como "el factor perverso" de la sociedad, como una insti­tución conformada por buró­cratas de origen real, con el objetivo de beneficiarse de las prestaciones y de consumir el excedente campesino. Según Murra, la evolución que expe­rimentaban las comunidades en los últimos 50 años antes de la llegada de los españoles en cuanto a la "aparición de grupos sociales extraños al ayllu como las acllas, los mitimas y los yana", sería causada por el Estado y sus necesidades dis­torsionantes.

La interpretación de Murra dejó en el olvido a una serie de mecanismos e instituciones económicas fundamentales de la estructura y de las tendencias de la sociedad inca.

En primer lugar, no estudió las características económicas y sociales internas de las comu­nidades, de sus clases sociales, la composición diferencial de las familias extensas y de las pequeñas y de sus relaciones contradictorias. Murra no advir­tió que en el seno de las familias extensas, proveni entes de periodos anteriores a la socie­dad inca, se encontraban los yanacunas, las concubinas, sus hijos y l os m i ti mas. Este investigador solo admitió la pre­sencia de pequeños campesinos en los ayllus.

En segundo lugar, el inves­tigador mencionado no advirtió los múltiples mecanismos eco­nómicos existentes entre el Es­tado y la economía de las gran­des familias nobles de los ayllus. El Estado, desde sus inicios, en conjunto con las grandes fami­lias nobles "Incas y no Incas", jugó el papel de impulsor del proceso de desarrollo de las fuerzas productivas y tecnológi­cas en las diferentes actividades económicas y productivas. Este proceso beneficiaba de manera diferencial a las diversas clases sociales de los ayllus y no solamente a la nobleza cusqueña. Desconocimiento

En tercer lugar, Murra no ana­lizó importantes instituciones económicas estatales como las mitas, en las que la fuerza de trabajo campesina, probable­mente la mayoría de la población en el momento de la conquista española, era utilizada en escala extraordinaria por el Estado en beneficio de la transformación de la economía y de la infraestruc­tura física del territorio imperial. La fuerza de trabajo campesina apropiada por el Estado durante alrededor de 10 meses del año, era utilizada, además de la pro­ducción agrícola, para la cons­trucción de gigantescas obras de irrigación, la construcción de una red de caminos de cientos de kilómetros, miles de puentes, la habilitación de grandes super­ficies para la agricultura y la minería, la construcción de for­talezas y otras. Los beneficiarios directos del trabajo campesino en las mitas no eran los buró­cratas estatales o las familias nobles cusqueñas, como lo sugieren Murra y otros, sino sobre todo las familias nobles de los diversos ayllus, así como, secundariamente, los campe­sinos mismos.

En cuarto lugar, el papel "eco­nómico" del gigantesco ejército inca, constituido por cerca de 300 mil soldados, fue descono­cido por Murra. La institución militar mantenía intensas y múltiples relaciones económicas sobre todo con las familias extensas de los ayllus, constitu­yendo para éstas un poderoso factor de demanda de bienes manufactureros producidos por ellas y, en sentido inverso, de oferta de "mano de obra cautiva" y de medios de producción en beneficio de las grandes familias. El ejército constituía un "factor vértice y de expansión" de la dinámica económica imperial y de los ayllus.

Ciencia y tecnología

Gathering-potatoes En quinto lugar, el Estado, en conjunto con las grandes fami­lias nobles "incas y no incas" de los diversos ayllus, jugó un papel de impulsor del proceso de innovación tecnológica y de desarrollo de las fuerzas pro­ductivas en las diferentes acti­vidades económicas. La agricul­tura campesina, la agricultura estatal y la de las grandes fami­lias de los ayllus, la minería y la metalurgia, se encontraban, gra­cias a la expansión del Estado, en un intenso proceso de desa­rrollo equilibrado en una buena parte de lo que hoy es América del Sud. Esta transformación se realizaba gracias al "factor impulsor" del Estado.

La agricultura, por ejemplo, en sus diversos sectores, crecía y se diversificaba aceleradamente gracias a la distribución estatal de la "chaquitaclla en bronce" (arado) y a otras tecnologías producti vas como el abono orgánico proveniente de la cos­ta, lo que permitía incrementar la productividad agrícola en una escala gigantesca. El Estado impulsaba la introducción de nuevos componentes tecnoló­gicos a las diversas actividades económicas y productivas.

En sexto lugar, el Estado y las familias extensas de los ayllus constituían un poderoso factor impulsor de la ciencia y de la tec­nología. Primeramente, debido al fuerte interés de incrementar la producción de diversos minera­les para producir herramientas metálicas, instrumentos produc­tivos y armas en bronce entre otros, el imperio consideraba de interés primordial la formación de los jóvenes en las diversas ciencias y técnicas tales como la geología, la minería, la metalur­gia, las manufacturas, la inge­niería civil, la arquitectura, la agronomía, la biología y otras. En segundo lugar, el interés de desarrollar la economía imperial y las instituciones impulsaba al Estado a educar y a capacitar a miles de jóvenes en las discipli­nas administrativas, de econo­mía y de administración. El dominio de estas ciencias y téc­nicas y la educación de miles de científicos, técnicos e intelec­tuales contribuía al desarrollo de las fuerzas productivas del imperio, así como al mejora­miento de las condiciones de vida de los habitantes. ¿Edad de piedra o de bronce?

El dinamismo económico y civi-lizatorio de los imperios tihuana-cota e inca -superior al de los mayas y aztecas- estuvo basa­do fuertemente en la ciencia y la tecnología, en la metalurgia del bronce, en el desarrollo de las manufacturas y en las ciencias de gestión administrativa e insti­tucional. Debido a estas activida­des científicas y técnicas estos imperios lograron superar am­pliamente la "edad de piedra" y se adentraron en fases avanza­das de la "edad de bronce". Los imperios azteca y maya, no lograron superar la "edad de piedra". Si seguimos los estu­dios de Murra y de la mayor par­te de los antropólogos, historia­dores, sociólogos y economistas "murriarnos" contemporáneos, con su enfoque limitado a la agricultura campesina, los impe­rios tihuanacota e inca se encon­trarían apenas en "la edad de piedra".

Karl Polanyi y Murra

Los conceptos de "reciproci­dad" y de "redistribución" fueron propuestos por el antropólogo Karl Polanyi en 1944, en su libro "La gran transformación". Des­pués de la Segunda Guerra Mundial Polanyi y muchos inte­lectuales reflexionaban sobre las causas que originaron los Esta­dos totalitarios, las sangrientas guerras mundiales y las crisis económicas internacionales. Polanyi intuyó que en las socie­dades precapitalistas existían mecani smos de parentesco como los de "reciprocidad" y de "redistribución" que contribuían a la existencia de "Estados de bienestar", con relaciones armo­niosas y pacíficas entre las poblaciones y los países.

Murra, seguidor ferviente de las ideas anarquistas, fue seducido en ese periodo por los conceptos mencionados. Después de parti­cipar en la Guerra Civil Española regresó a los Estados Unidos en los años cuarenta y estudió antropología. En su tesis de doctorado (1955) analizó la sociedad inca y sobre todo las com uni dades cam pesi nas. Consideraba que los pequeños campesinos mantenían entre ellos estrechas relaciones de reciprocidad y de parentesco, lo que generaba un ambiente de armonía y de cooperación. Des­cribió también la intromisión del Estado inca que distorsionaba las rel aciones fraternales y comunitarias entre los campe­sinos. Murra consideraba que el Estado inca no podía ser un "Estado de bienestar", contraria­mente a otros antropólogos estadounidenses de la época.

En breve, el concepto o meca­nismo "bueno" para Murra era el de reciprocidad, mientras el mecanismo "perverso" era la redistribución estatal, porque funcionaba en favor del Estado y de la distorsión de las relacio­nes comunitarias. El Estado también generaba clases socia­les subordinadas como las aclla, los yana y los mitima, es decir, destruía a las comunidades.

Murra pretendía que las comu­nidades andinas o ayllus vivían antes del Estado inca en un mundo igualitario, sin clases so­ciales, sin propiedad privada y sin Estado, es decir, en un mun­do anarquista ideal. Sus estu­dios sobre las comunidades an­dinas describen este mundo ideal. ¿El idealismo murriano fue posi­tivo para las comunidades cam­pesinas e indígenas actuales?

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