La introducción de cultivos genéticamente modificados (GM) en Bolivia ha generado un debate encendido. Los defensores argumentan que estas tecnologías son esenciales para aumentar la productividad agrícola y enfrentar las crisis económicas y climáticas que azotan al país. Sin embargo, más allá del optimismo, es fundamental examinar de manera crítica si estas promesas son realistas o si estamos ante una solución aparente que podría tener consecuencias negativas a largo plazo.
La adopción de cultivos GM en otros países de América Latina, donde la mayor parte de estos cultivos se concentran en cuatro productos: soya, maíz, canola y algodón; y los principales productores son Estados Unidos, Brasil, Argentina, India y Canadá. ha mostrado resultados mixtos. Por ejemplo, en Argentina y Brasil, el maíz y la soya transgénicos han aumentado los rendimientos agrícolas en ciertos contextos, pero estos beneficios no han sido uniformes.
- El rendimiento agrícola que ofrece la soya no modificada se estima en un aumento significativo, que si se extrapola a la experiencia Brasilera puede alcanzar el 40%.
- Aunque Fundación Tierra indica que a pesar del uso del maíz Bt en Santa Cruz, los rendimientos y niveles de producción no han mejorado significativamente en los últimos cinco años.
- En este sentido, el uso intensivo de herbicidas como el glifosato, ha sido vinculado a graves problemas de salud y medioambientales .
Otro punto de preocupación es la dependencia económica y tecnológica que estos cultivos pueden generar. Las semillas GM son generalmente propiedad de grandes corporaciones multinacionales, lo que crea una situación en la que los agricultores deben comprar semillas y agroquímicos a un monopolio, incrementando su vulnerabilidad. Además, esta dependencia puede limitar la soberanía alimentaria, un aspecto crucial para un país como Bolivia, donde la agricultura familiar y la biodiversidad juegan roles esenciales en la seguridad alimentaria.
En este contexto, Bolivia debería considerar enfoques alternativos que fortalezcan la agricultura sostenible y resiliente. El fomento de prácticas agroecológicas, que combinan el conocimiento tradicional con innovaciones científicas, podría ser una solución más adecuada para enfrentar los desafíos actuales. Estos enfoques no solo protegen la biodiversidad, sino que también empoderan a las comunidades locales y mejoran su resiliencia frente al cambio climático .
En resumen, mientras que los transgénicos ofrecen una solución tentadora a los problemas agrícolas y económicos de Bolivia, es crucial que el país evalúe cuidadosamente las consecuencias a largo plazo. La historia de la agricultura industrial en otras partes del mundo sugiere que la dependencia de cultivos GM podría llevar a problemas más graves, y es esencial que Bolivia explore alternativas más sostenibles y equitativas antes de comprometerse con este camino.
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